Hola, lector sin
criterio. Lector porque te estás leyendo esto, y sin criterio por la
misma razón. Pues bien, lector, voy a compartir contigo mi visión
particular de la llamativa hipótesis que describe la existencia de
diferentes universos paralelos. Agárrate, porque ésta va de
filosofía dura.
Yo creo que sí, que
haberlos haylos. Estoy convencido de que debe haber muchos universos,
unos paranormales y otros paralelos. Los universos paranormales son
para gente normal, y los universos paralelos son... éste es un
universo paralelos. ¿Sabes esos colegios pretenciosos de las
películas americanas donde separan a los niños con más potencial,
y esos otros donde meten toda la morralla? Los universos paralelos
son los trabajos de fin de curso de los dioses que iban a
colegios-morralla, y que además suspendían.
Nuestro planeta es una
esfera mal hecha, como a ojo, de unos miles de kilómetros. Gira
vagamente como una peonza olvidada, y a su vez da vueltas en torno a
un montón de hidrógeno ardiente, junto a otras pelotas cada cual
más irregular. Muy lejos de nosotros, la imagen se repite una y otra
vez, miles de millones de veces, a distancias absurdas para formar
nuestra galaxia, que a su vez vaga en el vacío juntos a otros
millones de galaxias. Y todas ellas forman un conjunto que aún es
insignificante si lo observamos desde otro conjunto de galaxias
cualquiera, tan lejanos entre sí que se ven los unos a los otros
como meros borrones de luz. Y el escenario se repite una y otra vez
según nos alejamos. Si nos alejáramos a la velocidad de la luz
tardaríamos 14 mil millones de años en tener la visión global de
un vacío insondable, con montones de lucecitas vagando
desordenadamente, y ahí fuera nuestro dios advirtiendo con
severidad: “¡¡dejad de masturbaros hijos de puta!!”
La buena noticia es que
es ser feliz en un universo paralelos es más o menos fácil. Sólo
tienes que afiliarte al grupo de seres humanos que compartan el mismo
enfoque sobre cualquier cosa. Eso sí, tu felicidad se verá
amenazada también con facilidad, basta con que alguien trate de
exponerte que tu postura es una memez y que tan sólo la adoptas
porque es la que más te conviene. Bien, cuando pase esto sólo debes
decir una palabra para recuperar tu postura, siempre que la digas con
seguridad y prepotencia. La palabra es demagogia.
Sí, lector, demagogia es
el nuevo comodín que anula cualquier razonamiento que suene racional
y que por lo tanto pueda atraer la atención de los demás. Imagina
que alguien viene a decirnos que la sanidad pública es justa y
necesaria, además de presentar datos para justificar que tampoco es
una ruina, ¿qué debemos presentar como contra-argumento?
¡Demagogia! Tu no quieres sanidad pública, tú quieres caer bien a
la gente y eso es trampa porque yo no puedo, porque soy un
impresentable que trata de enriquecerse con tu salud, o así
pretendes hacerme aparecer. ¡Demagogia!
Imagina ahora que alguien
viene a decirnos que también quiere educación pública. Éste es un
demagogo de libro, déjaselo bien claro. Puede que no lo entienda,
pero no te esfuerces, que se hubiera pagado un buen colegio. Si no
sabe debatir es su problema, no el tuyo.
Pero podemos ir mucho más
allá, en este universo paralelos, explotando una peculiar cualidad
del paralelismo. En un universo paralelos se da la condición de que
siempre existen dos versiones, ni más ni menos, y que además están
en polos opuestos. Y por supuesto optar por cualquiera de ellas está
mal (es demagogia), lo correcto siempre, sin excepción, es quedarse
justo en el medio, es decir afiliarse al grupo de humanos de postura
más cómoda y fácil de defender. A esto se lo conoce en términos
coloquiales como democracia, y los que no piensan igual son
extremistas peligrosos. Así que de todas las cosas debes tener una
visión bipolar y jamás dar más validez a una idea que a la
contraria, deberás quedarte en el equilibrado punto de la apatía y
el conformismo, más conocido como “bueno, pues que cada cual tenga
libertad para hacer y pensar lo que le parezca bien”.
¿Y cómo puedes saber
cuáles son los dos extremos, para colocarme obedientemente justo en
la mitad? ¡Ningún problema! Sólo tienes que escuchar lo que te
dicen aquellos que jamás usan demagogia. Ellos te dirán, por
ejemplo, que la extrema izquierda es el estado de bienestar, las
listas abiertas, y la desaparición de las clases. La derecha
extrema, por otro lado, es lo que te digan en los medios de derechas.
Y no es cierto que monten circos ilusorios en los que te dan una
imagen caricaturizada del mundo para desplazar ese extremo
ideológico, de modo que el presunto punto medio quede justo donde
les interesa. Pensar eso es demagogia.
Lo equilibrado es que si
alguien se puede enriquecer infinitamente a costa de la pobreza de
otros se le permita, que eso se llama libre competencia; que si eres
pobre y no puedes estudiar pues haber estudiado más y no serías
pobre, eso es excelencia; y que si todos los ciudadanos producen más
de lo que cobran, la diferencia no tiene porqué repercutir en el
estado para que se redistribuya entre los que lo necesitan o en
invertir en el futuro. Esto sí que es demagogia cochina, lo suyo es
que se lo queden los empresarios y gobernantes, que para eso te dan
la oportunidad de producir más de lo que cobras. Además, esto se
llama liberalismo, que suena chachi, no como el comunismo,
que suena a sucia dictadura con asesinatos en masa.
Lo mismo puedes aplicarlo
a cualquier aspecto de la sociedad, siempre debes quedarte con dos
opciones opuestas y admitir democráticamente que lo correcto es el
punto medio. ¿Preñó dios a una virgen para nacer de ella para que
le matásemos para resucitar para ir al cielo a odiar a los maricas o
es sólo un cuento? Lo democrático es “ah, pues que cada uno
piense lo que quiera,
hay que respetar ambas posturas”. ¿Es justo que la familia real
sea... pues eso, una familia de la realeza? Pues ni sí ni no, lo democrático es “bueno, no es justo
que el rey pueda violar impunemente a mi hija y a mi perro, pero por
otro lado es un tipo estupendo así que... yo le pago el colegio
privado a sus nietos”. Sí, reconozco que lo del perro ha sido
demagogia. A veces soy poco demócrata.
Ah... la democracia. A
ver cuando nos cansamos de la demo y compramos la versión
definitiva. Porque repetir la misma fase una y otra vez cada cuatro
años es un poco coñazo, la verdad. Paralelocracia liberal, próximamente en las mejores ideologías.