Si has salido a la calle y te has topado con mogollón de peña disfrazada de cosas chungas y con muñequitos tétricos de madera saliendo de las iglesias, tranquilo, no es que ahora Tim Burton dirija Cortilandia, es que es semana santa y aquí, en ¡España! se hace así. Y no lo digo yo, es así de toda la vida, de siempre.
En estos días de fiesta, un nutrido grupo de personas pretendía ejercer su derecho a manifestarse en las calles, espacio público, con respecto a su opinión sobre la iglesia católica y la celebración de la semana santa, y todo ha salido bien. Afortunadamente esta gente eran los propios católicos y no ha habido ningún problema, porque a ninguna otra asociación se les ha permitido reunirse en la calle. El ayuntamiento de Madrid ha declarado que poner ateos manifestándose para que se cumpla la constitución y no les obliguen a pagar impuestos a la iglesia podría ofender a alguien. Ofender no es bueno, es de mala educación. ¿No podemos llevarnos bien o qué? Pues a casa y calladito, y a pagar.
Sin duda alguna, la semana santa y muchas otras ceremonias religiosas forman parte de nuestra cultura popular más arraigada. Lo que no sé es porqué tenemos que decir esto con orgullo en lugar de vergüenza, y qué nos obliga a respetarla, porque decir cultura no es un comodín que haga que las cosas sean buenas y respetables. Algún día este país conseguirá pasar sin rancias fiestas de pueblo, encierros de toros y paseos de muñecos sagrados. Ese día será cuando todos los españoles estén ya en Alemania, y en España sólo haya alemanes y chinos. Otro gallo cantará.
No voy a ser pesado, no voy a insistir hasta hacerme úlcera. Pero es que estamos en el puto siglo veintiuno, hace ya dos mil años que unos descerebrados se cargaron al judío aquél, y todavía hay gente que piensa que a los dos días se alzó de la tumba como un zombie volador luminoso. Y no solo lo creen, es que se gastan mis impuestos en creerlo. ¿Cuántos impuestos, más o menos? Pues más o menos 4000 veces más de los que destinamos a la investigación de enfermedades como el sida, que afecta a muchísima gente y que ningún zombie volador ha logrado curar a día de hoy (que yo sepa). No, no son 4000 euros más, son 4000 veces más euros, 11000 millones en total, sólo de impuestos directos. Mucho dinero para no tener más testimonios sobre el zombie judío luminoso volador desde hace veinte siglos (lo que ves en el cielo por la noche no es un zombie, son platillos voladores de sodomitas intergalácticos... ya formarán parte de nuestra cultura más arraigada dentro de un tiempo).
En estos días de fiesta, un nutrido grupo de personas pretendía ejercer su derecho a manifestarse en las calles, espacio público, con respecto a su opinión sobre la iglesia católica y la celebración de la semana santa, y todo ha salido bien. Afortunadamente esta gente eran los propios católicos y no ha habido ningún problema, porque a ninguna otra asociación se les ha permitido reunirse en la calle. El ayuntamiento de Madrid ha declarado que poner ateos manifestándose para que se cumpla la constitución y no les obliguen a pagar impuestos a la iglesia podría ofender a alguien. Ofender no es bueno, es de mala educación. ¿No podemos llevarnos bien o qué? Pues a casa y calladito, y a pagar.
Sin duda alguna, la semana santa y muchas otras ceremonias religiosas forman parte de nuestra cultura popular más arraigada. Lo que no sé es porqué tenemos que decir esto con orgullo en lugar de vergüenza, y qué nos obliga a respetarla, porque decir cultura no es un comodín que haga que las cosas sean buenas y respetables. Algún día este país conseguirá pasar sin rancias fiestas de pueblo, encierros de toros y paseos de muñecos sagrados. Ese día será cuando todos los españoles estén ya en Alemania, y en España sólo haya alemanes y chinos. Otro gallo cantará.
No voy a ser pesado, no voy a insistir hasta hacerme úlcera. Pero es que estamos en el puto siglo veintiuno, hace ya dos mil años que unos descerebrados se cargaron al judío aquél, y todavía hay gente que piensa que a los dos días se alzó de la tumba como un zombie volador luminoso. Y no solo lo creen, es que se gastan mis impuestos en creerlo. ¿Cuántos impuestos, más o menos? Pues más o menos 4000 veces más de los que destinamos a la investigación de enfermedades como el sida, que afecta a muchísima gente y que ningún zombie volador ha logrado curar a día de hoy (que yo sepa). No, no son 4000 euros más, son 4000 veces más euros, 11000 millones en total, sólo de impuestos directos. Mucho dinero para no tener más testimonios sobre el zombie judío luminoso volador desde hace veinte siglos (lo que ves en el cielo por la noche no es un zombie, son platillos voladores de sodomitas intergalácticos... ya formarán parte de nuestra cultura más arraigada dentro de un tiempo).
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