lunes, 1 de julio de 2013

Universos paralelos


Hola, lector sin criterio. Lector porque te estás leyendo esto, y sin criterio por la misma razón. Pues bien, lector, voy a compartir contigo mi visión particular de la llamativa hipótesis que describe la existencia de diferentes universos paralelos. Agárrate, porque ésta va de filosofía dura.

Yo creo que sí, que haberlos haylos. Estoy convencido de que debe haber muchos universos, unos paranormales y otros paralelos. Los universos paranormales son para gente normal, y los universos paralelos son... éste es un universo paralelos. ¿Sabes esos colegios pretenciosos de las películas americanas donde separan a los niños con más potencial, y esos otros donde meten toda la morralla? Los universos paralelos son los trabajos de fin de curso de los dioses que iban a colegios-morralla, y que además suspendían.

Nuestro planeta es una esfera mal hecha, como a ojo, de unos miles de kilómetros. Gira vagamente como una peonza olvidada, y a su vez da vueltas en torno a un montón de hidrógeno ardiente, junto a otras pelotas cada cual más irregular. Muy lejos de nosotros, la imagen se repite una y otra vez, miles de millones de veces, a distancias absurdas para formar nuestra galaxia, que a su vez vaga en el vacío juntos a otros millones de galaxias. Y todas ellas forman un conjunto que aún es insignificante si lo observamos desde otro conjunto de galaxias cualquiera, tan lejanos entre sí que se ven los unos a los otros como meros borrones de luz. Y el escenario se repite una y otra vez según nos alejamos. Si nos alejáramos a la velocidad de la luz tardaríamos 14 mil millones de años en tener la visión global de un vacío insondable, con montones de lucecitas vagando desordenadamente, y ahí fuera nuestro dios advirtiendo con severidad: “¡¡dejad de masturbaros hijos de puta!!”

La buena noticia es que es ser feliz en un universo paralelos es más o menos fácil. Sólo tienes que afiliarte al grupo de seres humanos que compartan el mismo enfoque sobre cualquier cosa. Eso sí, tu felicidad se verá amenazada también con facilidad, basta con que alguien trate de exponerte que tu postura es una memez y que tan sólo la adoptas porque es la que más te conviene. Bien, cuando pase esto sólo debes decir una palabra para recuperar tu postura, siempre que la digas con seguridad y prepotencia. La palabra es demagogia.

Sí, lector, demagogia es el nuevo comodín que anula cualquier razonamiento que suene racional y que por lo tanto pueda atraer la atención de los demás. Imagina que alguien viene a decirnos que la sanidad pública es justa y necesaria, además de presentar datos para justificar que tampoco es una ruina, ¿qué debemos presentar como contra-argumento? ¡Demagogia! Tu no quieres sanidad pública, tú quieres caer bien a la gente y eso es trampa porque yo no puedo, porque soy un impresentable que trata de enriquecerse con tu salud, o así pretendes hacerme aparecer. ¡Demagogia!

Imagina ahora que alguien viene a decirnos que también quiere educación pública. Éste es un demagogo de libro, déjaselo bien claro. Puede que no lo entienda, pero no te esfuerces, que se hubiera pagado un buen colegio. Si no sabe debatir es su problema, no el tuyo.

Pero podemos ir mucho más allá, en este universo paralelos, explotando una peculiar cualidad del paralelismo. En un universo paralelos se da la condición de que siempre existen dos versiones, ni más ni menos, y que además están en polos opuestos. Y por supuesto optar por cualquiera de ellas está mal (es demagogia), lo correcto siempre, sin excepción, es quedarse justo en el medio, es decir afiliarse al grupo de humanos de postura más cómoda y fácil de defender. A esto se lo conoce en términos coloquiales como democracia, y los que no piensan igual son extremistas peligrosos. Así que de todas las cosas debes tener una visión bipolar y jamás dar más validez a una idea que a la contraria, deberás quedarte en el equilibrado punto de la apatía y el conformismo, más conocido como “bueno, pues que cada cual tenga libertad para hacer y pensar lo que le parezca bien”.

¿Y cómo puedes saber cuáles son los dos extremos, para colocarme obedientemente justo en la mitad? ¡Ningún problema! Sólo tienes que escuchar lo que te dicen aquellos que jamás usan demagogia. Ellos te dirán, por ejemplo, que la extrema izquierda es el estado de bienestar, las listas abiertas, y la desaparición de las clases. La derecha extrema, por otro lado, es lo que te digan en los medios de derechas. Y no es cierto que monten circos ilusorios en los que te dan una imagen caricaturizada del mundo para desplazar ese extremo ideológico, de modo que el presunto punto medio quede justo donde les interesa. Pensar eso es demagogia.

Lo equilibrado es que si alguien se puede enriquecer infinitamente a costa de la pobreza de otros se le permita, que eso se llama libre competencia; que si eres pobre y no puedes estudiar pues haber estudiado más y no serías pobre, eso es excelencia; y que si todos los ciudadanos producen más de lo que cobran, la diferencia no tiene porqué repercutir en el estado para que se redistribuya entre los que lo necesitan o en invertir en el futuro. Esto sí que es demagogia cochina, lo suyo es que se lo queden los empresarios y gobernantes, que para eso te dan la oportunidad de producir más de lo que cobras. Además, esto se llama liberalismo, que suena chachi, no como el comunismo, que suena a sucia dictadura con asesinatos en masa.

Lo mismo puedes aplicarlo a cualquier aspecto de la sociedad, siempre debes quedarte con dos opciones opuestas y admitir democráticamente que lo correcto es el punto medio. ¿Preñó dios a una virgen para nacer de ella para que le matásemos para resucitar para ir al cielo a odiar a los maricas o es sólo un cuento? Lo democrático es “ah, pues que cada uno piense lo que quiera, hay que respetar ambas posturas”. ¿Es justo que la familia real sea... pues eso, una familia de la realeza? Pues ni sí ni no, lo democrático es “bueno, no es justo que el rey pueda violar impunemente a mi hija y a mi perro, pero por otro lado es un tipo estupendo así que... yo le pago el colegio privado a sus nietos”. Sí, reconozco que lo del perro ha sido demagogia. A veces soy poco demócrata.

Ah... la democracia. A ver cuando nos cansamos de la demo y compramos la versión definitiva. Porque repetir la misma fase una y otra vez cada cuatro años es un poco coñazo, la verdad. Paralelocracia liberal, próximamente en las mejores ideologías.

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