
El demonio de Laplace es
un señor imaginario propuesto por Laplace con la siguiente idea: si
existiera un ser con suficiente pericia en matemáticas y que
conociese con precisión la posición y el momento (digamos que es el
producto de la masa y la velocidad) de todas y cada una de las
partículas que conforman el universo, entonces podría calcular y
conocer absolutamente cualquier cosa que se diera, en el pasado o en
el futuro, en cualquier lugar del universo. Todo, sin excepción,
quedaría totalmente determinado, en ambas direcciones temporales,
por unas “sencillas” ecuaciones de movimiento. No quedaría
espacio alguno para el azar ni el libre albedrío, si es que existen
cualquiera de los dos.
Hoy he soñado que el
demonio de Laplace venía a mi casa para que le dijera la posición y
el momento de cada una las partículas en mi posesión. Esto no sólo
incluía a las partículas de mi cuerpo, también a las de cada
objeto que poseía, incluso las moléculas de aire que pasaran por
ahí. Era una especie de declaración de la renta pero a lo bestia, y
además tenía que declarar con infinita precisión cada medición.
Menudo agobio me entró de repente, yo no sabía nada de esto.
Perplejo, mantuve cara de
póquer y argumenté que no existe la precisión absoluta, que
cualquier medida está sujeta a cierta indeterminación dada por los
instrumentos de medición. El demonio suspiró: “qué me vas a
contar, vengo de hacer una auditoría a un ingeniero que dice que,
con cierto margen de error, un triángulo es aproximadamente igual a
una circunferencia”. Me dijo que no colaba, que era mi
responsabilidad poder medir mis posesiones con infinita precisión,
que esto no era Suiza. Y que me diera prisa porque necesitaba
posición y momento de todas las partículas del universo exactamente
en el mismo instante, y ya iba por la mitad del instante y aún le
quedaban un montón de galaxias. Luego me desperté con ganas de mear
y se me fue pasando la tontería, y volví a mis habituales sueños
de decapitar monjitas con las tijeras de cortarse las uñas.
Pero mi tierna mente ya
había quedado marcada, lo bastante al menos como para pasarse una
mañana filosófica. ¿Funciona todo tal y como lo planteó Newton,
como una maquinaria que una vez puesta en marcha funciona
impecablemente con cada proceso perfectamente establecido, sin cabida
para libertad ninguna? Bueno, nosotros podemos pensar y decidir
libremente. Pero la verdad es que no, o al menos no lo sabemos, sólo
percibimos que es así y nuestra percepción es parte de nuestra
mente, así que bastaría con que estuviera establecido que tenemos
que percibir que nada está establecido y que podemos decidir, y fin
del problema. O principio, no sé.
Bueno, sin filosofías
baratas. Pongámonos prácticos. Supongamos que todo está
determinado en el universo; para ser como el demonio de Laplace y
poder conocer todo lo acontecido y que acontecerá necesitaríamos
medir con infinita precisión todo lo que existe en cualquier
instante y dominar sin error alguno las leyes físicas que rigen el
universo. Con estas dos sencillas cosas bastaría para alcanzar la
omnisciencia total. ¡Qué fácil! Y ahora las trabas: aunque no
podemos asegurar que nunca conozcamos las leyes físicas a la
perfección, sí podemos asegurar que no podemos medir (conocer) todo
lo que existe en cierto instante. ¿Por qué? Pues porque hay trampas
para que no se pueda, es parte de dichas leyes físicas.
Por un lado tenemos el
principio de indeterminación, que no vamos a demostrar aquí pero
que dice que es imposible medir con precisión infinita el estado de
ningún sistema. En el caso del demonio de Laplace, que necesitaba
saber posición y momento de cada partícula, se da la situación de
que el producto de ambas incertidumbres siempre tiene un valor mínimo
(exacto y definido, no es nada metafísico) para que ambas magnitudes
siquiera existan. Por lo tanto, si el error al medir la posición
tendiera a cero, el error al medir el momento se dispararía a
infinito, es decir que no sabríamos nada sobre el momento. Esto no
es consecuencia de ninguna limitación técnica, no depende de los
aparatos de medición, sino que es una propiedad física de todo lo
que existe: en el momento de ser observado, el sistema ha cambiado
como consecuencia de ello, has interactuado. Es una explicación
barata pero que sirve.

Por otro lado tenemos que
existe un límite en la velocidad de las cosas, pero no en la
distancia entre ellas. Por lo tanto, si el demonio quisiera observar
todas las partículas del
universo en el mismo instante le sería
imposible, ya que algunas de estas partículas estarían a distancias
prácticamente infinitas y en cambio la información sobre ellas le llegarían a velocidades finitas. Por lo
tanto, en el momento de recibir dicha información ya estaría
obsoleta. Quizás miles de millones de años obsoleta.
¿Y qué importaría si
no se pudieran medir exactamente alguna de las partículas? Pues que
no serviría medir todas las demás, porque al incluir aquella
desconocida influiría en todas las demás de manera impredecible con
el tiempo. Aunque tendríamos una aproximación de cómo serían las
cosas no podríamos concretarlas con exactitud para un futuro lo
bastante lejano (o pasado).
Una forma muy sencilla de
verlo es con algunos valores característicos de la naturaleza, que
resultan ser infinitos y por lo tanto inalcanzables. Por ejemplo el
número pi, que es absolutamente imposible de calcular con total
exactitud. Bueno, en la biblia sí (pone que es 3), pero esos eran
otros tiempos.
Así que aunque el
universo fuera determinista y no existan ni el azar ni el libre
albedrío, no podremos saberlo y por lo tanto nuestra percepción
nunca podrá abarcarlo. Ni la nuestra ni la de nadie, qué cojones.
¡No existe la omnisciencia! ¿Qué diferencia hay entre un universo
no determinista y uno determinista en el que no existe la predicción
absoluta? ¿Qué más da si yo pienso todo esto porque me da la gana
a mi (sea lo que sea “mi”) o porque cada una de mis neuronas
obedece a cada uno de los estímulos que preceden a cada una de
ellas, siguiendo cada una de las partículas involucradas su
respectiva ecuación de movimiento establecida desde el principio de
los tiempos, si no se me permite apreciar la diferencia?
A mi al menos me da lo
mismo, y más a estas horas que estoy sin echar la siesta.