martes, 5 de abril de 2011

Opiniones nucleares

En estos días informan unas siete veces al día de extensas encuestas sobre la opinión que tiene la gente sobre la energía nuclear y su empleo. Y casi todo el mundo está en contra. Y casi todo el mundo es totalmente ignorante respecto a qué es la fisión de un átomo, qué es la radioactividad o qué significa la palabra isótopo. La verdad, es un tema complicado.

Hace pocos días, en una de esas tertulias de la tele, un señor estaba muy preocupado porque no paran de llegar japoneses a España y le aterroriza la idea de que sean radioactivos. Entiendo que este señor no sepa nada sobre radioactividad y que pueda imaginarse que es una especie de enfermedad contagiosa o algo así. Lo que no entiendo es que presuma de su ignorancia en la televisión, ni que hablen de estas cosas tan graves sin informarse antes y sin tener expertos entre ellos, sin hacer ni una mísera (y gratuita) llamadita a alguna universidad que otra. Pues si es así como nos informan, entiendo que así sea como pensemos, es decir, que nos apresuremos a tener opiniones sobre cosas que no entendemos. Tenemos más información que formación, y esto puede aplicarse a cualquier tema ahora mismo.

Yo, esto de la energía nuclear, no lo entiendo y no pienso cometer la irresponsabilidad de opinar sobre ella. Al menos no más allá del amparo de unas cervezas y unos amigos.

Lo que sí puedo opinar, claro está, es que me parece gravísimo lo que está sucediendo. Y tiene causas y tiene culpables. Porque supongo que a nadie le pilla por sorpresa que haya terremotos en Japón, no? Ya sé que era imposible predecir uno tan gordo… pero hombre, de haber un terremoto así, Japón tiene muchas papeletas. Y no es el único lugar del planeta donde se juega a la lotería de esta manera. Insisto en que no sé y no opino sobre el uso de centrales nucleares, pero sí estoy tajantemente en contra de que sean intereses políticos y económicos quienes decidan dónde, cómo y cuándo se construyen.

En la segunda guerra mundial, un grupo de científicos sugirió al presidente americano la posibilidad de destruir poblaciones enteras con el poder del átomo. No buscaban esta destrucción, al contrario: tras mucho debatirlo, decidieron que si existía un arma tan poderosa a nadie le volvería a interesar los riesgos de una guerra. No habría más muertes inútiles. Además era evidente que los nazis estaban ya en camino de conseguirla y usarla. La mayoría de estos científicos eran pacifistas y de ideología de izquierdas.

Todos sabemos lo que pasó poco después. La culpa no fue de nadie, y a la vez fue de todos. Es un tema escabroso.

Yo soy de la opinión de que no debe haber límites en lo que el ser humano puede atreverse a aprender sobre las fuerzas del universo. Pero tampoco parece haber un límite en la estupidez del ser humano como conjunto, como sociedad, a la hora de usar cosas que no sabe lo que son pero que dan dinero (o votos). Y claro, si una idea nos parece atractiva opinamos que es correcta. Pero la realidad está ahí, y por mucho que opinemos no cambia. Sería muy bueno tener una central que nos diera energía rentable y tener todos los riesgos controlados, pero decirlo no lo hace cierto. Tampoco se convierte en cierto que la energía nuclear sea la perdición del ser humano porque es incapaz de controlarla. Termino citando a Richard Feynman, uno de los hombres más geniales y conscientes que jamás hayan existido (y que por cierto participó en el proyecto Manhattan): "Para lograr un éxito tecnológico, la realidad debe estar por encima de las relaciones públicas, porque la Naturaleza no puede ser engañada."

2 comentarios:

  1. Debería decir también que los que investigaban la bomba atómica en la alemania nazi eran también científicos, por supuesto. Y grandes físicos, algunos ganarían el premio Nobel más tarde. Sus campos de estudio originales estaban prohibidos por los nazis (consideraban la mecánica cuántica una herejía y un mito moderno obra de judíos)y la llegada al poder de Hitler les puso a investigar en la bomba atómica. Se especula que ellos mismos saboteaban sus avances porque conocían muy bien las intenciones de los nazis. Pese a esto, la mayoría pasó por prisión en Inglaterra concluida la guerra. Sobre todos ellos destaca Heisenberg.

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