sábado, 14 de mayo de 2011

esto_que_lo_arregle_tu_puta_madre.org


 E-mail rescatado. Ya va siendo hora de que este blog sirva a su propósito.


Las culpas a Willy.

 

El repelente niño Capitalismo siempre ha estado muy contento con su juguete favorito, un juego divertidísimo cuya única regla es que sólo puede ganar él. Así que tan confiado y tranquilo jugaba él con todos nosotros, jodiéndonos la vida pero bien con sus coleguitas Político Corrupto, Banquero Cínico y Don Constructor Analfabeto (a éste último le conoceréis mejor por sus hijos, los poligoneros analfabetos pero con audis) que de tanto jugar y jugar pues claro, el juego se ha roto un poco, después de tantas décadas de abusar del jueguecito es normal, no?

Y así nos quedamos todos, mirando el tablero con cara de circunstancias, esperando a que nos digan una vez más qué ha pasado. El niño Capitalismo no para de llorar y llorar para que le consolemos, así que buscamos un culpable al que regañar. Miramos a Político, y él se encoge de hombros (lo intuímos tan solo, apenas se le ve sentado detrás de sus ganancias en el juego) y mira a sus amiguitos Banquero Cínico y Constructor Analfabeto. Banquero asegura que solo ha hecho su trabajo, la responsabilidad será de otro, y por cierto que le debemos tanto y tanto otro que ha dejado de cobrar. Mientras, Don Constructor Analfabeto no para de llorar y lamentarse, qué injusticia lo que le han hecho, él que respetaba tanto las reglas del juego y ahora le quitan todo lo que tiene. "No te preocupes, amiguito", le dice Político Corrupto, "que yo le digo a todos los demás jugadores que te paguen lo que has perdido. Eso sí, antes que le paguen a Banquero para que les pueda prestar para que te paguen a tí, y listo, así es la magia de este juego".

Y algunos de los demás jugadores seguimos ahí, mirando el tablero como gilipollas. Y nos acordamos de cuándo empezamos a jugar a esto... y coño, resulta que nadie nos invitó, y nosotros ni queríamos jugar. Pero el repelente niño Capitalismo nos puso a jugar con él así por las buenas. Claro, la verdad es que parecía sencillo, y a él se le veía tan ilusionado que hayá que fuimos.

Y va unos de los jugadores contemplando el sufrimiento del repelente niño que se levanta, sonríe optimista, pone una mano sobre su hombro y con la otra da un golpetazo en la mesa; "¡venga coño, seamos optimistas, esto podemos arreglarlo entre todos si nos esforzamos de verdad!". Y los demás nos miramos entre nosotros, pensando pero no diciendo "joder, pero si el juego no es mio, y yo no lo he roto, y si nisiquiera me gusta por qué cojones lo tengo que arreglar yo?!" Pero nadie lo dice, y en los sondeos Don Político Corrupto vuelve a salir digno vencedor de representar los intereses de todos los jugadores. Y mientras, el repelente niño Capitalismo no para de llorar y llorar.

Y esos jugadores que miramos el tablero con cara de gilipollas rodeados de tantísimo compañero oímos estupefactos algunas frases de los demás jugadores, cosas como "yo soy apolítico, y bastante que me he esforzado en aprender esta palabra", "yo no leo el periódico porque manipulan mis ideas" y "si da lo mismo quién esté, todos están ahí para robarnos". Y este mismo grupo de jugadores, muy numeroso y representado por Doña Sociedad y su vecino Medio de Comunicación, nos mira raro si nos planteamos tan siquiera la idea de que no queremos jugar a esto. Y Doña Sociedad ha dejado puesto por escrito que es ilegal levanterse e irse, hay que jugar hasta que el juego termine, aunque el tablero se deshaga, aunque ya no queden fichas, aunque todo el jodido planeta reviente y se pudra a trozos, y más nos vale tener hijos que se aprendan bien que hay que seguir jugando, más nos vale enseñarles bien el juego: en tu turno te matas a trabajar y a consumir, consumir la mierda de turno que se le haya ocurrido al jugador de tu izquierda, y al final de tu turno procura no votar, mejor quédate leyendo el Marca o escuchando música de fácil consumo y letra inocente y sin pretensiones. Para cuendo te toque otra vez ya habrá habido otro Madrid-Barsa y otra Operación Triunfo, no te inquietes.

Sobre todo eso: no te inquietes. Que muera la inquietud. ¿Moral? Doña Moral fue la única que logró levantarse de la mesa e irse, porque lo hizo tan de tapadillo que no nos dimos cuenta, estábamos ocupados prestándole ayuda a otros jugadores, como a Doña Iglesia, que no le quedaban ya fichas para invertir en "pederastia legal porque me arrepiento y porque ser maricón es mucho peor", ocupados ayudando a Don Centro Reformista, que tenía lío con el tema "putos maricas que quieren destruir la familia", "los catalanes quieren romper España y eso es malo por alguna razón, no preguntes tonterías", y "cuando las cosas iban bien era gracias a los españoles, ahora el juego se rompe por culpa de los inmigrantes (matemos alguno que otro)". Mientras, sus vecinos Socialistas-Sólo-de-Nombre estaban agotados de parecer de izquierdas sin llegar a serlo realmente, no fuera que el repelente niño Capitalismo se mosqueara con ellos y se saltara su turno, porque en este turno les tocaba cobrar ficha extra. Sólo los señores Cultura y Educación vieron levantarse a Doña Moral de la mesa, sobre el cadaver de Inquietud, pero ni Cultura ni Educación tienen apenas fichas en este juego, antes van Iglesia y Ejército, mucho menos como para tener derecho a hablar y decirle nada a Sociedad, ella ya sabe perfectamente todo lo que tiene que hacer.

Doña Sociedad siempre ha sabido lo que tiene que hacer, lo que todos tenemos que hacer. Lo ha sabido desde el principio, desde que se hizo amiga de Doña Tradición. Las dos se apoltronan desde entonces en las puertas de nuestras casas, recostadas en sus mecedoras como dos viejas arpías que juzgan y condenan todo lo que hacemos, hasta que lo que hagamos sea exactamente lo que tenemos que hacer: seguir las reglas del juego, única manera de lograr la felicidad. La de alguien, al menos. Ellas dos creen sinceramente que es así, que se mueven por nuestros intereses. Tienen fe en ello. Y como tienen fe, no se lo plantean, no lo razonan, no se lo preguntan. Sólo lo imponen por nuestro bien.

Y con la Inquietud muerta y la moral huída, no desesperemos, aún nos queda el optimismo y el trabajo duro. Vamos, que ya podemos apretar el culo y matarnos a trabajar, eso sí sonriendo y manteniendo la tradición, la familia, la iglesia, para aplacar los llantos de ese niño repelente al que tanto le debemos. Porque le debemos mucho, no? Y sobre todo que nada cambie, aunque el juego sea una mierda hay que arreglarlo, no? NO??!

Porque las alternativas son romper con la tradición impuesta, con la familia impuesta, con la iglesia, con el capitalismo, con el ejército. Las alternativas son buscar un nuevo reparto equitativo, un sistema sostenible con los recursos naturales, una educación racional basada en el valor de las ideas y la razón, no en el respeto incondicional a la tradición y las imposiciones, que nos enseñe cómo ha sido el pasado y ha plantearnos qué futuro queremos, no a edulcorar la historia porque "puede manipular la ideología de los niños", joder, que dentro de poco la guerra civil se enseñará como "aquella pequeña disputa de la que nadie tuvo la culpa". Pero estas alternativas suponen ser masón, marica, catalán, ir al infierno, y yo qué sé qué otras fatalidades. Por si acaso seguimos sentados a la mesa, todos, tú y yo también. Después de todo, aún podemos apretar el culo un poco más, y seguro que ya queda menos para el Madrid-Barça
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