martes, 3 de mayo de 2011

Llueve

El repiqueteo contra el tejadillo me ha llamado como un canto de sirena que hacía mucho que no escuchaba.


Sumido en mis pensamientos, tomando una decisión largamente pospuesta, no me he dado cuenta de lo que oía hasta que me he visto saliendo por la puerta con el abrigo puesto.


El viento me ha saludado arrancándome la capucha y arrastrando tras de sí a su hermana que me ha golpeado con saña en la cara.
Y mientras recibía el beso tonificante he mirado y he visto cómo la gente, insensata, corría a refugiarse de la bendición que estaba recibiendo.
Según aceleraba calle abajo me he despojado de la barrera que me impedía sentir.
Al oírla cantar entre los árboles, tocando su melodía sobre las hojas, me he detenido para escuchar mejor. Y, en el momento del crescendo, he alzado mi cabeza hacia el cielo. Y he abierto los brazos. Y su abrazo me ha envuelto.


Sus dedos gélidos han peinado mi cabello. Su beso ha rozado mis labios entreabiertos, apagando mi sed. Ha tocado mis ojos, deslizándose por mi cara y mi cuello como las lágrimas que hace tanto tiempo que no siento. Ha corrido por mi torso, llenándome de vigor.
Y formando un charco a mis pies, ha lavado mis pecados.

1 comentario:

  1. Pecados lavados: Sí
    Resfriado:Sí
    Bronca por llenar la casa de barro: Sí

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